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Photo by Andreas Gursky |
La ciudad cautiva
“Es un proceso de transformación urbana y social, en el que las estructuras de la ciudad están penetrando en el espacio que han creado los centros comerciales, mientras que éstos están reemplazando a la ciudad, ocupando el lugar de sus tradicionales registros simbólicos y espaciales. De este modo, la plaza pública –como lugar de reunión y encuentro de la cultura – no ha hecho más que desaparecer y todas las actividades que en ella se congregaban (como espacio abierto donde la gente se comunicaba y compartía sus experiencias) han ido siendo sustituida por una nueva arquitectura, la del centro comercial, inscrita en el mundo del consumo. Y es aquí, en estos centros comerciales y/o de ocio, donde gran parte de la población emplea su tiempo libre, en los que de un modo aparentemente ordenado, pacífico y casi perfecto – y sin ningún tipo visible de coerción – se dan en la actualidad los mayores niveles de control social. Ahora bien, es un control penetrante, encubierto, muy sutil y consensual en el que participan, inconsciente pero activamente, los propios afectados al ser seducidos por los placeres del consumo y del bienestar; es la mercantilización de las experiencias de la vida por medio del consumo y el entretenimiento. Así, la gente es socialmente integrada y seducida mediante la dependencia del mercado; el consumo y los lugares donde éste se lleva a cabo se convierten, de tal modo, en estructuras que canalizan el comportamiento y la conducta de las masas, que se pueden llegar a considerar en sí mismos como elementos fundamentales del mantenimiento del orden social.”
José Miguel G. Cortés
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“Es un proceso de transformación urbana y social, en el que las estructuras de la ciudad están penetrando en el espacio que han creado los centros comerciales, mientras que éstos están reemplazando a la ciudad, ocupando el lugar de sus tradicionales registros simbólicos y espaciales. De este modo, la plaza pública –como lugar de reunión y encuentro de la cultura – no ha hecho más que desaparecer y todas las actividades que en ella se congregaban (como espacio abierto donde la gente se comunicaba y compartía sus experiencias) han ido siendo sustituida por una nueva arquitectura, la del centro comercial, inscrita en el mundo del consumo. Y es aquí, en estos centros comerciales y/o de ocio, donde gran parte de la población emplea su tiempo libre, en los que de un modo aparentemente ordenado, pacífico y casi perfecto – y sin ningún tipo visible de coerción – se dan en la actualidad los mayores niveles de control social. Ahora bien, es un control penetrante, encubierto, muy sutil y consensual en el que participan, inconsciente pero activamente, los propios afectados al ser seducidos por los placeres del consumo y del bienestar; es la mercantilización de las experiencias de la vida por medio del consumo y el entretenimiento. Así, la gente es socialmente integrada y seducida mediante la dependencia del mercado; el consumo y los lugares donde éste se lleva a cabo se convierten, de tal modo, en estructuras que canalizan el comportamiento y la conducta de las masas, que se pueden llegar a considerar en sí mismos como elementos fundamentales del mantenimiento del orden social.”
José Miguel G. Cortés
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